Las religiones dan lecciones a través de parábolas que reflejan la bondad y el amor por el prójimo y por uno mismo, pero cuando el creyente se inclina por una vida pecaminosa, llena de sentimientos que lo aíslan de la dicha celestial, los demonios comienzan a realizar su trabajo en el alma de aquél que ha decidido alegar a favor del pecado. Estas entidades son representadas como malignas e indeseables siempre dentro de un paradigma maniqueo, sin embrago, en muchos casos son el resultado de una compleja combinación de un orden cósmico mitológico. Tan necesarias para la trama divina como las entidades luminosas (algunas de las cuales se transforman en demonios, según la creencia dominante y la agenda política).
Dybbuk
Encontrado en el folclore judío, este demonio es el espíritu de un pecador que, al no haber decidido permanecer en el inframundo, optó por penetrar en el cuerpo y alma de una persona. Algunos casos documentan que para liberar a un poseído de Dybbuk, es necesario que un rabino ortodoxo se arriesgue a liberar al alma en cuestión.
Nephilim
Goliath no fue el único gigante en la Biblia. De hecho él era descendiente de una raza de gigantes conocida como los Nephilim. Los teólogos dividen la procedencia de estos demonios en dos: algunos creen que son hijos de ángeles que se aparearon con mujeres de la Tierra; otros, que son descendientes de Caín. Estos Nephilim han sido ligados por la moderna teoría de la conspiración a los Anunnaki sumerios y a una raza extraterrestre.
Preta
Son seres exclusivos de las creencias orientales como budismo, hinduismo y sijismo. A diferencia de las religiones occidentales, estas almas en pena son condenadas a vivir en un estado de insaciable y constante deseo, particularmente hambre y la sed. La creencia antigua dicta que Preta, en vida, fue una persona avariciosa y con profundos sentimientos de envidia.
En algunos templos budistas, los monjes se compadecen de estas almas en pena y colocan platos con comida y agua.

Rakshasa
En las religiones occidentales, los demonios suelen tener sólo un poder único para atormentar a las almas pecadoras, pero en el caso del Rakshasa diversos elementos se conjuntan para formar un ser capaz de cambiar de forma, crear alucinaciones y realizar fuertes y poderosos hechizos, y pueden aparecer en diversas formas: totalmente hermosos o terriblemente despreciables.  

Djinni
Este demonio es conocido como el genio de la lámpara, pero la verdadera creencia islámica dicta que Djinni es un ente que vive en mundos paralelos. Están compuestos de llamas y humo y son, con el ser humano, los únicos seres que poseen libre albedrío. Las creencias afirman que Satanás fue originalmente un Djinni llamado Iblis que cuando se negó a inclinarse ante Adán, Dios lo expulsó del paraíso. 

Abaddon
Tradicionalmente los textos judaicos interpretaban a Abaddon como sinónimo de destrucción. Más tarde, en los textos cristianos se personificaba como un ser real, teniendo nombres como “Señor del pozo”, “Rey de las langostas” y “Destructor”.
Según la creencia cristiana, Abaddon era originalmente el Ángel Muriel, quien reunió el polvo que formó a Adán.

Pishacha
Otro tipo de demonio de las creencias orientales. El Pishacha es el espíritu de una persona que cometió fraudes, adulterio, secuestro y otros actos criminales. Además,  puede cambiar de forma o volverse invisible y poseer humanos haciendo que enfermen física y mentalmente.
Los más escalofriante de Pshacha es su cuerpo: ojos carmesí, piel negro obsidiana y un cuerpo repleto de enormes venas.

Vetala
Otro demonio originario del lejano oriente. Vetala tiene una característica que los distingue de los demás entes: no posee a los vivos, sino a los muertos. Una vez que ha elegido a su víctima, éste detiene su descomposición corporal y lo retorna a la Tierra.
A diferencia de los zombies, Vetala no siente una afición por la carne humana, sino por perturbar a los seres vivos a través de celos enfermizos.